Documento presentado por los estudiantes de la Universidad Nacional de Tucumán (Argentina).

 

QUÉ QUEREMOS LOS ESTUDIANTES

 

Cuando los estudiantes decimos que queremos una universidad distinta, decimos que queremos una universidad comprometida con nuestro pueblo y con nuestro tiempo, una universidad donde se procesen nuestras conciencias hacia formas superiores de convivencia social.

 

Queremos una universidad sin policía donde el único título de los aspirantes a la docencia sea la aptitud probada de su ciencia. No queremos una universidad donde la excusa falaz del “apoliticismo” regimente por ley la discriminación y el espionaje, y la marginación de los claustros (del personal docente) de la problemática candente del pueblo y de la patria.

 

Tampoco aceptamos como destino profesional la mercantilización de nuestras vidas como alternativa de la desocupación. Nuestra formación ha pesado sobre el trabajo del pueblo argentino y sentimos el deber de permanecer a su servicio.

 

Queremos conciencia nacional impartida desde la cátedra; queremos problemas argentinos y latinoamericanos en las investigaciones y los laboratorios.

 

No queremos cátedras de Derecho donde nos fuerce con laboriosa memoria la casuística codificada donde se cristalizan en derecho positivo las estructuras de un régimen de atraso, miseria y alienación. Creemos que más allá de las formulas frías de los códigos están las bases morales y jurídicas de un derecho que corresponda a las necesidades populares.

 

No queremos cátedras de Filosofía donde el pensamiento sea obligado a marginarse de una realidad cruel para buscar cobijo en los esquemas intemporales que proponen los ideólogos de un mundo en decadencia. Creemos que en las aulas de la madre de las ciencias deben darnos las herramientas conceptuales para comprender nuestra circunstancia y transformarla.

 

No queremos cátedras de Psicología donde nos enseñen las técnicas para trocar neurosis socialmente imitantes en neurosis socialmente aceptables, mientras toda la sociedad está enferma. No queremos ser tampoco, psicólogos sociales al servicio de los grandes monopolios elaborando las fórmulas de la superexplotación al precio del desquicio espiritual de nuestros hermanos, los obreros. Queremos una psicología puesta al servicio de la libertad del hombre y no de su esclavitud resignada.

 

No queremos cátedras de Medicina donde los seres humanos sean reducidos a una ecuación orgánica cuyos dolores –aislados del hombre y de marco social, convertidos en abstracta entidad clínica- se procesan al alto precio por el camino de encontrar la terapéutica en el vademécum, disfrazado de tratados, de los monopolios farmacéuticos. No queremos cátedras de medicina donde se nos enseñe que al mal de chagas y a la tuberculosis los producen un tripanosoma y un bacilo, cuando sabemos que las causas sociales de estas lacras son los ranchos y la desnutrición de nuestro pueblo castigado.

 

No queremos cátedras de Ciencias Económicas donde esconda tras de un fárrago de esquemas la raíz de nuestra crisis. No queremos cátedras de Ciencias Económicas donde se elaboren conciencias de prolijos servidores de los monopolios y de los evasores de impuesto. Queremos Facultades de Ciencias Económicas donde se investiguen los fundamentos de nuestra dependencia nacional y las bases científicas de nuestra liberación.

 

No queremos cátedras de Sociología donde la irracionalidad del neopositivismo y del formalismo reemplace a una ciencia que devele las leyes que rigen la vida social. Queremos una sociología que de razón de la violencia contra el hombre contenida en las formas de la convivencia en crisis.

 

No queremos cátedras de Arquitectura donde la técnica y el arte sean orientados por rumbos “exquisitos”, al servicio de las clases privilegiadas y a la importación de modelos de vida en choque con la cultura, la idiosincrasia y las necesidades latinoamericanas. Queremos una Arquitectura donde la preocupación fundamental sean la intemperie de los desheredados y la urbanística irracional del mundo moderno.

 

No queremos cátedras de Historia donde el pasado se falsifique para torcer los caminos del presente. Queremos que se enjuicie a falsos próceres y se redima a los que lucharon y perdieron por dejarnos una Patria distinta, libre y justa. Queremos una investigación histórica y científica. Queremos encontrar en el pasado las causas profundas de nuestro atraso y dependencia para buscar con acierto los caminos de la liberación.

 

No queremos cátedras de Ciencias donde tecnócratas cientifistas mientan que los esquemas de la física, la química, la biología y las matemáticas son herramientas suficientes para construir el mundo moderno, ignorando estructuras sociales que las hacen estériles. No queremos laboratorios donde enajenados (vendidos) especialistas investiguen micromundos para cubrir las necesidades subsidiarias de los planes de investigación de las metrópolis, mientras la industria nacional se desangra en regalías.

 

No queremos cátedras de Agronomía donde se elaboren paliativos técnicos para una crisis agraria cuyos fundamentos reposan en la irracionalidad de las relaciones sociales vinculadas a la tenencia de la tierra. Queremos Facultades de Agronomía donde la investigación se oriente hacia las necesidades del pueblo y no de la supervivencia del parasitismo oligárquico.

 

No queremos cátedras de Artes donde el coloniaje pedagógico forme a nuestros músicos y plásticos en cánones estéticos ajenos a un sentir nacional que exprese las grandezas de nuestro ámbito, de nuestra conciencia y cultura iberoamericanas. Queremos escuelas de Artes donde se elabore la expresión estética de nuestra realidad continental.

 

No queremos cátedras de ninguna clase donde se nos estereotipe en una deformación profesional que nos haga inhábiles para comprender que más allá de nuestra disciplina específica, se desenvuelven el drama de una humanidad en tránsito.

 

En fin no queremos ninguna clase de “cátedra” sino una universidad convertida en gigantesco laboratorio donde los claustros estudien y debatan en libertad y democráticamente los grandes problemas de la Argentina y Latinoamérica, y donde la formación de los estudiantes pase por la investigación científica de esos problemas.

 

Queremos terminar con la universidad academicista de las clases magistrales, de los repetidores incansables de textos muertos, del fetiche de la elaboración científica de las metrópolis, en función de las necesidades culturales y técnicas divorciadas de nuestra realidad de atraso y dependencia. Queremos una universidad científica. Pero creemos que la integración de la universidad Argentina al pensamiento científico universal no será lograda por la adopción mecánica de conocimientos acabados en una realidad distinta, sino por la investigación y solución de problemas de nuestra propia realidad.

 

Los estudiantes hemos convocado a los claustros, y por ello algunos desprevenidos han creído o querido creer que nuestro propósito es el de exhumar de la tumba de la historia superada por el cretinismo parlamentario que signó a la universidad anterior a 1966.

 

No queremos la ley universitaria; pero tampoco queremos el regreso a formas institucionales corrompidas, donde la menguada libertad de la “isla democrática” era usufructuada al precio de ignorar la proscripción de las mayorías populares donde la conciencia nacional era desplazada por componendas supuestamente “progresistas”.

 

Los universitarios de 1969 no somos ilusos. Hemos desconocido a la ley y a las autoridades que nos imponen un régimen que representa la negación a nuestras aspiraciones, pero sabemos que los claustros están llenos de cómplices del régimen. Las camarillas profesorales que durante tres años de intervención guardaron respetuoso silencio, hoy se apresuran a ofrecerse como equipos de recambio para la misma política de la universidad mezquina, limitacionalista, arancelada, discriminatoria, de la dictadura de los monopolios. A ellos es necesario recordarles que, si ahora se atreven a elevar su voz entrecortada hacia el poder central, es por la sangre generosamente derramada por los estudiantes, verdaderos puntuales de la democracia universitaria. Y que si al margen de las aspiraciones estudiantiles pretenden encumbrarse ofreciendo las migajas de su “comprensión”, su “dialogo” y su “liberalismo”, contra ellos también se volcará el embalse de la movilización estudiantil.

 

(Documento presentado por los estudiantes de la Universidad Nacional de Tucumán en 1969).